Estaba a punto de cruzar la calle Balmes cuando vi mezclado entre los coches un motero con el casco de Barry Sheene. Tan inusual visión me llevó a recordar los años en que comencé a saber cosas sobre carreras de motos.
Yo era un chico de apenas 18 añitos que empezaba a trabajar “de pinche” con tres grandes artistas del tema del motor, en lo que por entonces era el estudio de ilustración mas prestigioso de Buenos Aires.
Mi pasíon por los coches ya hacía de mi un “enteradillo” de cuanta noticia había sobre F1, pero poco y nada sabía de esos aparatos de 2 ruedas, y mucho menos sobre los locos que las pilotaban.
Mi ahora amigo Hector Cademartori era por aquél tiempo un reputado periodista y probador especializado en motos, y estoy seguro el mejor pintor del país de éstos temas, para mí muy atractivos pero casi desconocidos. Ojeando juntos libros y revistas viejas, me empezó a mostrar y contar historias sobre Hailwood, Kenny Roberts, Cecotto o Barry Sheene, entre otros. Recuerdo que simpre me cautivó el tipo que llevaba la imagen del Pato Donald en su caso. Pensaba en lo peculiar que tendría que ser aquél tipo, enfrentándose a algo que yo veía como tan peligroso, con el Pato Donald en el frontal del casco.
Con el tiempo conocí la historia del tal Sheene, sus victorias y campeonatos y tambien sus accidentes y milagrosas reapariciones, y confirmé mi primera impresión sobre él, aquél tipo era un “cachondo de la vida”.
Pasaron muchos años desde entonces, y ahora ya totalmente enganchado, creo que para siempre a las carreras de motos, aún encuentro en los pilotos del siglo XXI mucho de ese espíritu Barryshinesco que me cautivó hace tiempo.
Aquel toque informal, desenfadado y amable que nos llega de los Valentino, Capirosi, o tantos jóvenes de ahora. Si bien todo es distinto con el paso de los años, no ha desaparedico ese “algo” especial que siguen teniendo los moteros, a diferencia por ejemplo de la acartonada, seria y distante F1.
Ni la electrónica, ni la gran sofisticación de las motos actuales hizo desaparecer esa manera de encarar las carreras y todo lo que las rodea.
En la pista tipos duros, pero deportivos.
Fuera de ella serios rivales, pero con buen rollo y respeto.
Una imagen creo que lo resume todo : Sale Valentino a pista, la TV nos lo muestra desde atrás, Valentino se pone de pie en las estriberas y con la mano se tira del culo de su mono con total naturalidad antes de sentarse en la moto para correr...
Que no cambien nunca estos gestos, para mí significa que siguen llevando el Pato Donald, no en su casco como el Sheene, pero sí en su corazón.
Sin duda unos tipos especiales...
Yo era un chico de apenas 18 añitos que empezaba a trabajar “de pinche” con tres grandes artistas del tema del motor, en lo que por entonces era el estudio de ilustración mas prestigioso de Buenos Aires.
Mi pasíon por los coches ya hacía de mi un “enteradillo” de cuanta noticia había sobre F1, pero poco y nada sabía de esos aparatos de 2 ruedas, y mucho menos sobre los locos que las pilotaban.
Mi ahora amigo Hector Cademartori era por aquél tiempo un reputado periodista y probador especializado en motos, y estoy seguro el mejor pintor del país de éstos temas, para mí muy atractivos pero casi desconocidos. Ojeando juntos libros y revistas viejas, me empezó a mostrar y contar historias sobre Hailwood, Kenny Roberts, Cecotto o Barry Sheene, entre otros. Recuerdo que simpre me cautivó el tipo que llevaba la imagen del Pato Donald en su caso. Pensaba en lo peculiar que tendría que ser aquél tipo, enfrentándose a algo que yo veía como tan peligroso, con el Pato Donald en el frontal del casco.
Con el tiempo conocí la historia del tal Sheene, sus victorias y campeonatos y tambien sus accidentes y milagrosas reapariciones, y confirmé mi primera impresión sobre él, aquél tipo era un “cachondo de la vida”.
Pasaron muchos años desde entonces, y ahora ya totalmente enganchado, creo que para siempre a las carreras de motos, aún encuentro en los pilotos del siglo XXI mucho de ese espíritu Barryshinesco que me cautivó hace tiempo.
Aquel toque informal, desenfadado y amable que nos llega de los Valentino, Capirosi, o tantos jóvenes de ahora. Si bien todo es distinto con el paso de los años, no ha desaparedico ese “algo” especial que siguen teniendo los moteros, a diferencia por ejemplo de la acartonada, seria y distante F1.
Ni la electrónica, ni la gran sofisticación de las motos actuales hizo desaparecer esa manera de encarar las carreras y todo lo que las rodea.
En la pista tipos duros, pero deportivos.
Fuera de ella serios rivales, pero con buen rollo y respeto.
Una imagen creo que lo resume todo : Sale Valentino a pista, la TV nos lo muestra desde atrás, Valentino se pone de pie en las estriberas y con la mano se tira del culo de su mono con total naturalidad antes de sentarse en la moto para correr...
Que no cambien nunca estos gestos, para mí significa que siguen llevando el Pato Donald, no en su casco como el Sheene, pero sí en su corazón.
Sin duda unos tipos especiales...
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