Cuando cuento que durante muchos años mi contacto con los coches fue mas que nada a través de las revistas, no es broma. En aquel Buenos Aires de finales de los 70, dicho contacto era solo a través del GP de Argentina, y poco mas.Era por ésto que había en mi corazón coches que amaba, que me encantaban , que me volvían loco, pero que jamás había visto en persona, en aquél Buenos Aires eran cosa bien rara.
Uno de esos coches amados desde siempre fue el Ferrari Daytona, que ya como coche de calle me había gustado siempre, pero que terminó de enamorarme cuando vi la versión “corsa” que creo que ganó en Le Mans en el 72 o 73, era un tremendo Daytona con mucho aspecto de bestia bruta, y con los colores rojo y blanco de Thompson.
Un buen día esperaba yo mi autobús Nº92 para volver a mi casa despues de una jornada normal de trabajo, tendría unos 19 añitos, cuando el detector de cochces interesantes que debo tenere instalado en algún rincón de mi cabeza, me indicó que aquella cosa roja que venía hacia mi no era algo normal.
Aumentó el sonido ronco a medida que aquel “ovni” se acercaba y era cierto, aquel coche no era normal, mi corazón se aceleró al creer ver entre las furgonetas oxidadas y autobuses humeantes, aquel hermoso Daytona rojo que brillaba como ningún otro coche.
Por suerte lo pilló el semáforo y se paró delalnte mío imponente, indiferente a todo lo que lo rodeaba, en cada acelerada que hacía su conductor todo el coche parecía sacudirse, las hermosas llantas doradas esperaban el momento de salir pitando, y yo me quedé allí, inmóvil ante el espectáculo de aquel bólido acelerando delante mío.
Pude apreciar en detalle cada una de sus formas, y si ése era uno de mis coches favoritos, a partir de aquél momento fue lo mas impresionante que había visto a menos de un metro.
Cuando cambió la luz del semáforo, agachó su trasero, sus ruedas echaron un humito blanco acompañadas de un chillido y partió a toda velocidad por la Avenida Coronel Díaz, puso la segunda y el Daytona seguía chillando, tercera y se perdió entre el resto de coches normales.
Fue como una aparición, duró solo unos segundos, pero para mí aquello fue como un milagro absolutamente inesperado, me había quedado por unos segundos suspendido en el aire, mirando en la dirección donde perdí de vista a semejante coche rojo.
Cuando regresé de mi shock al mundo real, pude ver la parte trasera del autobús 92, que mientras yo solo tenía ojos para el Daytona, había parado detrás suyo, había subido y bajado gente, había pasado delante mío sin que yo me diera cuenta, y era bastante grande...y verde...
MIré a la gente para comprobar que no había sido un sueño o algo así, pero todo a mi alrededor era normal, nadie parecía tan conmovido como yo, todo estaba como antes de la aparición del Ferrari rojo.
Sin duda el mundo era indiferente ante esta clase de fenómenos automovilísticos, y tuve la certeza que algo raro me pasaba, esta pasión por los coches tampoco era normal, y aunque me sentí un poco confundido con este episodio, tuve la certeza que los coches y yo no nos separaríamos el uno del otro, había ya algo que nos unía aún mas...
Pasaron los años, en los que llevado por esa misma pasión y tambien un poco de suerte, trabajé durante unos cuantos años en un estudio de ilustración dedicados especialmente a pintar coches de carrera !!!
Por supuesto mejor trabajo no podía tener, y fue allí donde realmente aprendí a pintar además de estar en un ambiente ideal para locos de los coches como era yo por entonces.
Cuando llegué a Barcelona en el año 89, gracias a lo aprendido pintando coches durante este período, estaba yo buscando contactos con agencias de publicidad de la ciudad, ofreciendo mis serivicios como ilustrador experto en temas automovilísticos, era mi trabajo y lo que mejor sabía hacer ...
Fue al intentar cruzar la Av.Diagonal que ví en la esquina un concesionario Ferrari, creo que en la esquina de Aribau. Raudo me fuí hacia allí con la carpeta bajo el brazo, porque mi detector me indicó claramente que allí había algo de lo mas interesante, un Ferrari F-40 !!!
Era la primera vez que lo veía en persona, y me sentí como cuando tuve delante aquél Daytona en Buenos Aires, mi corazón latía mas y mas a medida que me acercaba a aquella maravilla roja.
No sé que habrá pensado el vendedor, ya que desde luego yo no tenía pinta de potencial comprador de dicho Ferrari, pero pronto le conté a aquél hombre lo que significaba para mí poder ver en persona aquél aparato.
Aquél vendedor, entre extrañado y divertido me permitió que me pasara un rato largo mirando a inspeccionando cada detalle del nuevo Ferrari.
Con lo que no contaba el buen hombre es que aquél extraño personaje argentino, sacara unas hojas y un boli, y se pusiera a dibujar algunos detalles de aquellos que no se entienden bien en las fotos. Era mi oportunidad de recrearme con el F-40 todo para mí, para estudiarle hasta el detalle mas insignificante.
No sé cuanto tiempo estuve dando vueltas al Ferrari, pero aquél hombre pronto vió que no representaba ninguna amenaza y que solo era un loco de Ferrari, que encima los pintaba.
Pasado el tiempo se me ocurrió pasarme por allí otra vez para mostrarle a tan amable vendedor mis últimos trabajos sobre la marca, pero él ya no trabajaba allí, y su sustituto no mostró ni por asomo la misma amabilidad.
Todo ésto forma parte de aquellos recuerdos sobre Ferrari que siermpre me acompañarán, y corresponden a diferentes épocas de mi vida y tambien de mi relación con la marca. Lo que muchos seguramente no saben ni sospechan, es que despues de tantos años de dedicarme a pintar Ferraris, de haber conocido pilotos, a Ross Brown, Montezzemolo, etc, haber andado por todos los circuitos de F1 con mis cuadros, es el día de hoy que todavía no me pude dar el gustazo de viajar en un Ferrari.
Tendría que aclarar que a pesar de mi historial de carreras, no tengo carnet de conducir ni coche ni moto, y por lo tanto lo que deseaba era que alguien me llevara en un Ferrari. Pues hasta la fecha sigo virgen de tan preciado deseo.
¿Algún voluntnario para ayudar a este pobre pintor a perder esa virginidad?
Explico porque a este escrito no lo acompaña ninguna imagen, es que aunque cueste creerlo en todos estos años, aún no pinté ni un Daytona ni un F-40 !!! Os los debo...
Desde luego estos pintores...
Uno de esos coches amados desde siempre fue el Ferrari Daytona, que ya como coche de calle me había gustado siempre, pero que terminó de enamorarme cuando vi la versión “corsa” que creo que ganó en Le Mans en el 72 o 73, era un tremendo Daytona con mucho aspecto de bestia bruta, y con los colores rojo y blanco de Thompson.
Un buen día esperaba yo mi autobús Nº92 para volver a mi casa despues de una jornada normal de trabajo, tendría unos 19 añitos, cuando el detector de cochces interesantes que debo tenere instalado en algún rincón de mi cabeza, me indicó que aquella cosa roja que venía hacia mi no era algo normal.
Aumentó el sonido ronco a medida que aquel “ovni” se acercaba y era cierto, aquel coche no era normal, mi corazón se aceleró al creer ver entre las furgonetas oxidadas y autobuses humeantes, aquel hermoso Daytona rojo que brillaba como ningún otro coche.
Por suerte lo pilló el semáforo y se paró delalnte mío imponente, indiferente a todo lo que lo rodeaba, en cada acelerada que hacía su conductor todo el coche parecía sacudirse, las hermosas llantas doradas esperaban el momento de salir pitando, y yo me quedé allí, inmóvil ante el espectáculo de aquel bólido acelerando delante mío.
Pude apreciar en detalle cada una de sus formas, y si ése era uno de mis coches favoritos, a partir de aquél momento fue lo mas impresionante que había visto a menos de un metro.
Cuando cambió la luz del semáforo, agachó su trasero, sus ruedas echaron un humito blanco acompañadas de un chillido y partió a toda velocidad por la Avenida Coronel Díaz, puso la segunda y el Daytona seguía chillando, tercera y se perdió entre el resto de coches normales.
Fue como una aparición, duró solo unos segundos, pero para mí aquello fue como un milagro absolutamente inesperado, me había quedado por unos segundos suspendido en el aire, mirando en la dirección donde perdí de vista a semejante coche rojo.
Cuando regresé de mi shock al mundo real, pude ver la parte trasera del autobús 92, que mientras yo solo tenía ojos para el Daytona, había parado detrás suyo, había subido y bajado gente, había pasado delante mío sin que yo me diera cuenta, y era bastante grande...y verde...
MIré a la gente para comprobar que no había sido un sueño o algo así, pero todo a mi alrededor era normal, nadie parecía tan conmovido como yo, todo estaba como antes de la aparición del Ferrari rojo.
Sin duda el mundo era indiferente ante esta clase de fenómenos automovilísticos, y tuve la certeza que algo raro me pasaba, esta pasión por los coches tampoco era normal, y aunque me sentí un poco confundido con este episodio, tuve la certeza que los coches y yo no nos separaríamos el uno del otro, había ya algo que nos unía aún mas...
Pasaron los años, en los que llevado por esa misma pasión y tambien un poco de suerte, trabajé durante unos cuantos años en un estudio de ilustración dedicados especialmente a pintar coches de carrera !!!
Por supuesto mejor trabajo no podía tener, y fue allí donde realmente aprendí a pintar además de estar en un ambiente ideal para locos de los coches como era yo por entonces.
Cuando llegué a Barcelona en el año 89, gracias a lo aprendido pintando coches durante este período, estaba yo buscando contactos con agencias de publicidad de la ciudad, ofreciendo mis serivicios como ilustrador experto en temas automovilísticos, era mi trabajo y lo que mejor sabía hacer ...
Fue al intentar cruzar la Av.Diagonal que ví en la esquina un concesionario Ferrari, creo que en la esquina de Aribau. Raudo me fuí hacia allí con la carpeta bajo el brazo, porque mi detector me indicó claramente que allí había algo de lo mas interesante, un Ferrari F-40 !!!
Era la primera vez que lo veía en persona, y me sentí como cuando tuve delante aquél Daytona en Buenos Aires, mi corazón latía mas y mas a medida que me acercaba a aquella maravilla roja.
No sé que habrá pensado el vendedor, ya que desde luego yo no tenía pinta de potencial comprador de dicho Ferrari, pero pronto le conté a aquél hombre lo que significaba para mí poder ver en persona aquél aparato.
Aquél vendedor, entre extrañado y divertido me permitió que me pasara un rato largo mirando a inspeccionando cada detalle del nuevo Ferrari.
Con lo que no contaba el buen hombre es que aquél extraño personaje argentino, sacara unas hojas y un boli, y se pusiera a dibujar algunos detalles de aquellos que no se entienden bien en las fotos. Era mi oportunidad de recrearme con el F-40 todo para mí, para estudiarle hasta el detalle mas insignificante.
No sé cuanto tiempo estuve dando vueltas al Ferrari, pero aquél hombre pronto vió que no representaba ninguna amenaza y que solo era un loco de Ferrari, que encima los pintaba.
Pasado el tiempo se me ocurrió pasarme por allí otra vez para mostrarle a tan amable vendedor mis últimos trabajos sobre la marca, pero él ya no trabajaba allí, y su sustituto no mostró ni por asomo la misma amabilidad.
Todo ésto forma parte de aquellos recuerdos sobre Ferrari que siermpre me acompañarán, y corresponden a diferentes épocas de mi vida y tambien de mi relación con la marca. Lo que muchos seguramente no saben ni sospechan, es que despues de tantos años de dedicarme a pintar Ferraris, de haber conocido pilotos, a Ross Brown, Montezzemolo, etc, haber andado por todos los circuitos de F1 con mis cuadros, es el día de hoy que todavía no me pude dar el gustazo de viajar en un Ferrari.
Tendría que aclarar que a pesar de mi historial de carreras, no tengo carnet de conducir ni coche ni moto, y por lo tanto lo que deseaba era que alguien me llevara en un Ferrari. Pues hasta la fecha sigo virgen de tan preciado deseo.
¿Algún voluntnario para ayudar a este pobre pintor a perder esa virginidad?
Explico porque a este escrito no lo acompaña ninguna imagen, es que aunque cueste creerlo en todos estos años, aún no pinté ni un Daytona ni un F-40 !!! Os los debo...
Desde luego estos pintores...
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